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20 Julio 2023
Karina Ponce (39) trabaja desde 2016 en Vidadial, empresa que cuenta con tres centros de diálisis entre la región de Los Ríos y la Araucanía, en las comunas de Lanco, Paillaco, y Collipulli. Hasta 2018 se desempeñó como enfermera en este último centro, ese año pasó a ser enfermera de gestión de calidad institucional, función que mantiene hasta hoy, estando a cargo de esta área en los tres establecimientos.
Ponce señala que la experiencia en su rol actual ha sido bastante enriquecedora, ya que ha podido realizar cambios importantes como la implementación del sistema de gestión de calidad, que es uno de los requisitos para el proceso de acreditación de los centros ante la Superintendencia de Salud, y que llevó a que hoy los tres centros se encuentren acreditados.
Pese a lo anterior, aclara que en el último tiempo han debido enfrentar diversas complejidades, no solo por las consecuencias económicas que dejó la pandemia de Covid-19, sino también por la crisis de sostenibilidad que vive el ecosistema de diálisis desde hace ya dos años.
¿Cuáles son las principales dificultades por las que han pasado?
Las principales dificultades partieron con la crisis sanitaria desatada por la pandemia de Covid-19. Desde ahí en adelante hemos arrastrado crisis tras crisis. Se presentaron ciertos problemas con la disponibilidad de los insumos médicos y los costos que se elevaron bastante, porque todos queríamos tener mascarillas y pecheras.
De igual modo, tuvimos dificultades con la disponibilidad del personal capacitado para cubrir los turnos, principalmente por las licencias que se empezaron a presentar por funcionarios que se contagiaron. Sabemos que una enfermera o un tens que no conoce de diálisis y no está capacitado, no puede llegar e ir a cubrir un turno porque no va a saber cómo funciona el monitor, cómo manejar el acceso vascular. Todos los centros de diálisis estábamos en esa disyuntiva, y tuvimos bastantes problemas con cubrir los turnos.
Hoy en día se suma a esto todo el escenario económico desfavorable del país, la inflación, el alza en los costos de las prestaciones que no alcanzan a ser cubiertas por el arancel que hoy en día cancela Fonasa, tal como lo arrojó un estudio de costos que encargó la entidad hace un tiempo atrás y que demostró que los centros de diálisis estamos desde hace varios años trabajando con saldos negativos.
¿Cómo han podido seguir adelante frente a este panorama adverso?
Se han implementado medidas de utilización eficiente de recursos para reducir estos costos innecesarios, mejorar la eficiencia de algunas operaciones y se han realizado análisis detallados de gastos, Se trabaja en base a presupuestos, se lleva un mayor control de inventario. Hemos tratado de mejorar también procesos basados en la gestión de la calidad, adecuado también a la realidad local de cada establecimiento y también hemos logrado trabajar en colaboración con el sector público.
En ese sentido, hemos recibido apoyo de algunos hospitales de la red cuando hemos tenido crisis bastante importantes, sobre todo con la disponibilidad de insumos.
¿Existen mayores complejidades al estar alejados de la capital?
Claro que sí. Los despachos de insumos son mucho más lentos, y por ende, para nosotros también es complejo depender de eso. Nos ha pasado muchas veces que estamos esperando que un camión de concentrados llegue, pero el camión no llega, y estamos justos con los concentrados para la diálisis posterior. En ese sentido, tenemos bastantes inconvenientes, principalmente en la cadena de distribución de insumos.
También ha sido difícil el hecho de que uno de nuestros centros se encuentre en la zona roja de la región de La Araucanía, ya que hemos tenido varios inconvenientes como cortes de carreteras y atentados.
¿Han recibido alguna amenaza en particular?
Nosotros particularmente no. Sí hemos tenido que cerrar las puertas del centro, estando pacientes dentro por disturbios que han ocurrido en la vía pública, nos ha pasado ya en varias oportunidades. Y lo que sí, tenemos inconvenientes con los pacientes que viven en las comunidades rurales mapuches, tenemos muchos pacientes que vienen de Ercilla donde ocurre casi la mayoría de los de los atentados, y en varias oportunidades han habido pacientes que no han podido llegar a su tratamiento porque hay cortes en la ruta que le impiden el paso de los móviles de transporte.
También han existido situaciones de atentado y robo de vehículos que trasladan a los pacientes. En este caso, nosotros no acudimos a trasladar esos pacientes, los trasladan móviles del Departamento de Salud municipal de cada comuna. Hace un tiempo atrás se suspendieron los traslados de varios pacientes de una comunidad rural de Ercilla, porque les robaron el vehículo y amenazaron a los pacientes y al conductor, fue una situación bastante grave, en donde por muchos meses los pacientes que venían de esas comunas tuvieron que estar ellos costeándose su propia movilización.
¿Tienen algún desafío o meta como centro que quieran cumplir?
El principal desafío es sobrevivir y mantener la calidad del tratamiento, mejorando la calidad de atención de nuestros usuarios. Esto implica asegurar que los tratamientos de diálisis sean seguros, que sean eficaces para ellos y que sean personalizados según las necesidades de cada paciente. También buscar la implementación de mejoras en las prácticas clínicas, mejorar la capacitación de nuestro personal y garantizar también la adopción de estándares de calidad. Eso obviamente se ve bastante diezmado, por decirlo así, con los problemas económicos que hay.
Una meta importante puede ser lograr una sostenibilidad financiera a largo plazo mediante la optimización de los recursos, y asegurando la adecuada facturación de los servicios prestados. Yo pienso que aquí lo fundamental sería que a los establecimientos, no solo a nosotros, nos cancelarán los costos que cuesta en realidad la prestación.