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25 Mayo 2023
Leonora Sánchez Padilla (52) es oriunda de Ecuador. Llegó a Chile hace 24 años para radicarse en Antofagasta, donde nacieron sus dos hijas que ya son adolescentes.
Desde 2001, Leonora trabaja como médico residente en el Centro de Diálisis Ehrlich, en el primer y segundo turno, esto quiere decir que su jornada laboral comienza a las siete de la mañana y se extiende hasta las cinco de la tarde. A pesar de sus largas horas de trabajo, dice que el hecho de poder ayudar a los pacientes “es una situación de humanidad, a mí me nace así, me agrada y me ayuda saber que puedo colaborar con ello”.
– ¿Qué la llevó a trabajar en esta área de la medicina?
“Cuando llegué a Chile, entré a trabajar en la corporación municipal, en el CESFAM. Allí estaba a cargo del programa crónico, donde había hipertensos, diabéticos, y asmáticos. Posteriormente, un colega que también es ecuatoriano me invitó y me dijo ‘ven, vamos a conocer cómo es la diálisis’. Él era médico residente, después se fue a hacer la especialidad y cuando se fue, me dejó acá. Yo trabajaba media jornada en el consultorio y media jornada en el centro de diálisis, hasta que después el centro de diálisis fue creciendo y a medida que crecía, la necesidad de un médico de turno fue más imperiosa, ahí fue cuando me vine a trabajar acá en jornada completa”.
– ¿Cuál es rol que lleva a cabo usted dentro del centro de diálisis?
“Al entrar los pacientes a diálisis, yo veo y evalúo a los pacientes todos los meses. En ese sentido, las enfermeras y paramédicos ayudan mucho, ya que saben en qué condiciones está el paciente y si es que tienen alguna situación en especial. De esta forma se trabaja en conjunto para hacer que el paciente esté estable para poder iniciar su procedimiento de hemodiálisis. Luego de eso, nuevamente hay que tener la certeza que todo esté funcionando con sus parámetros correspondientes y que su programación en la máquina esté conforme a lo que trajo. De igual forma, ver si tiene algún síntoma extraño, o si necesita alguna receta adicional. En ese sentido, el médico va más allá de solamente de realizar su procedimiento de diálisis, sino también actuar como médico que complementa la atención de ellos con respecto a recetas y/o indicaciones médicas”.
– ¿Qué destaca usted de su labor dentro de lo que hace en el centro?
“A mí me gusta porque tengo la oportunidad de poder ayudar un poco más. Ya de por sí, el procedimiento de diálisis es complicado, no todos lo hacen tan de buena forma. Para unos es una situación desagradable, para otros es una situación que tienen que asimilar y que deben hacerlo para toda la vida. Y el hecho de apoyarlos y ayudarlos, es una situación de humanidad, a mi me nace así, me agrada y me ayuda saber que puedo colaborar con ello”.
“Además, tenemos un equipo muy bueno y que trabaja integralmente. Desde la señora que hace el aseo, los tens, las enfermeras, las secretarias, es un trabajo que cada uno aporta con un granito de arena y al final nos da la satisfacción de hacer que el paciente esté más contento, que te den las gracias, y al otro día cuando vuelven, lo hacen contentos, alegres, se juntan y recrean entre ellos. Es un paciente que vuelve a vivir, porque es muy difícil a una persona que le digan, sabe que, su vida anterior terminó aquí, ahora usted tiene que dializarse tres veces por semana, toda la vida. Es un diagnóstico muy duro, entonces lo mínimo que nosotros podemos hacer acá, es poder ayudarles a aprender a vivir en esta nueva etapa de sus vidas, en esta oportunidad que Dios le da a seguir con los suyos, para seguir mirando la luz del sol y recreándose. Es muy difícil para ellos”.
– ¿Cuál es el sello que usted busca entregar cuando lleva a cabo sus funciones?
“Que encuentren en el equipo de salud en el centro de diálisis, su otra familia, que muchos lo consideran así. Son como cinco o seis horas que están con nosotros en el día, tres veces por semana. Uno se involucra con ellos, comparte con ellos, compartimos su molestia, sus malos ratos. Son seres humanos como cualquiera o cualquier otro, y que aparte de eso tienen esa carga de que tienen que luchar todos los días por su vida. Está todo en un paciente tranquilo, un paciente contento, que se vaya y dice gracias, y al otro día vuelva con una buena sonrisa, ‘buenos días, que bueno que vino’, estoy acá adentro con ustedes. Son cosas muy gratas y que realmente incentivan a seguir dando la mano al prójimo”.
¿Cómo analiza la situación del ecosistema de la diálisis en el país?
“Es una situación muy compleja por la situación económica actual, todos los insumos han subido y sin embargo, Fonasa todavía no puede aportar con lo que corresponde para que los centros de diálisis siguen funcionando, con calidad. Esto es como la punta del iceberg, porque cada vez son más los pacientes en diálisis. Si miramos, por ejemplo, un poco más hacia adelante, el porcentaje de pacientes con patologías crónicas que pueden llevarlos a la insuficiencia renal, llámese hipertensión, diabetes, la obesidad, cada vez son más. Significa que, si nosotros miramos a unos diez o 15 años más, el número va a ser mayor y no va alcanza el dinero de Fonasa que sirva para poder suplir la necesidad de hemodiálisis”.
“Entonces desde ahí digo que las necesidades de salud deben tener otra forma de mirar, ya no a corto plazo, no hasta donde llegue las narices, no, miremos más atrás (…) Sería ideal, por ejemplo, que en la atención primaria se identifiquen a los pacientes en riesgo de insuficiencia renal, que lo identificaran en la etapa uno, en la etapa dos, que tengan un tratamiento adecuado, un tratamiento mejor llevado, para que la avalancha no se tenga con los pacientes de insuficiencia renal en etapa cinco. Sino como le digo, no va a haber plata en el Fonasa que alcance para poder cubrir a todos los centros de hemodiálisis, porque cada vez son más”.